El paro continúa siendo, sin ningún género de duda, el problema que más preocupa a los españoles, así lo refleja el barómetro del CIS. Aunque ha habido una evidente reducción de la tasa de desempleo, los puestos de trabajo que se generan no son de calidad, siendo la precariedad laboral una losa que sigue pesando sobre los ciudadanos, azotando además, de forma especialmente acusada a las generaciones más jóvenes, que paradójicamente son el futuro de un país. Este hecho, directamente vinculado además a la estacionalidad, relega a España al grupo de cola de la calidad laboral en la Eurozona.
La generación de empleo es sin duda uno de los indicadores que mejor expresa el positivo impacto del sector en su entorno y la dinamización de la economía. Un caso muy claro de la contribución a la creación de riqueza a través del empuje del empleo lo constituye la Industria química, que en 2017 experimentó un crecimiento de su empleo directo del 7,8%, el triple que la tasa anual de creación de empleo de España en su conjunto y que muestra el fuerte repunte de un sector competitivo.
Pero quizás lo más relevante no sea únicamente que esta industria emplea ya a más de 193.500 trabajadores directos, que ascienden a más de 630.000 si consideramos los puestos indirectos e inducidos, sino también, que estos empleos son estables -el 94% son indefinidos- y de calidad -la retribución media supera los 37.600 euros anuales por trabajador-, apostando además por la inversión permanente en la formación -223 euros al año- con el fin de contar con los profesionales mejor cualificados.
La calidad del empleo del sector genera su vez una mayor contribución fiscal por trabajador, ya que vía IRPF y cotizaciones se alcanzan cifras superiores a los 20.000€ por empleado y año.
Sin duda, la industria proporciona el motor más sólido y estable en una economía avanzada, lo que conlleva, ineludiblemente, el empuje del empleo estable y de calidad. Por tanto, se debe apostar por este modelo de crecimiento para hacer frente a las múltiples dificultades y debilidades que ofrece el modelo de creación de empleo actual de España. Ésta debe ser una de las recetas clave para acabar con la elevada tasa de empleo a tiempo parcial y con la pobreza de las personas empleadas al no cubrir sus necesidades más básicas, un hecho insólito que no cesa de propagarse y que supone un acicate para acentar la brecha de la desigualdad.
Las sociedades más prósperas son las más industrializadas, por ello, favorecer la competitividad de la industria es apostar por la generación de más empleo y de mayor calidad y con mejores retribuciones, participando a su vez de la creación de sociedades más prósperas.
Cristina Vázquez
Directora de Asuntos Socio-Laborales y Relaciones Institucionales