07/01/2015 – Hace unos días, tuve ocasión de reunirme en Roma, con mis homólogos de las organizaciones empresariales europeas, en el marco del consejo de presidentes de BusinessEurope, nuestra confederación europea de empresas. Uno de los temas principales que abordamos y que tuvimos oportunidad de compartir con el primer ministro italiano y presidente de turno del Consejo de la Unión Europea, Matteo Renzi, fue nuestra inquietud por el débil crecimiento de la UE y, particularmente, la manera de revertir la recuperación anémica en la que nos encontramos agravada, además, por la presión de los déficits, la deuda pública y privada, la insuficiente creación de empleo y la necesidad de impulsar las inversiones, entre otras cuestiones.Debatimos y acordamos un documento destinado a transmitir nuestras expectativas en relación con el reciente Plan de Inversiones para Europa, con el que la Comisión Europea, y su presidente Jean-Claude Juncker, pretende hacer frente a la caída de los niveles de inversión en un 15% con respecto a 2007 y crear más de un millón de empleos en los próximos tres años.
En nuestra propuesta señalamos cuáles son, desde nuestro punto de vista, las principales barreras que observamos a la inversión y a la asunción de riesgo inherente a toda actividad empresarial. Entre todos, constatamos la existencia de una serie de trabas tales como una inseguridad empresarial respecto al compromiso europeo de apoyar la competitividad, lastrada por una innecesaria y gravosa regulación; la confirmación de que los costes empresariales en Europa son muy altos en términos de cotizaciones sociales, regímenes fiscales anticompetitivos, precios de la energía, etc; la preocupación sobre el acceso a la financiación; el hecho de que el mercado interior europeo siga incompleto y no se mejore el acceso a los mercados extracomunitarios; la complejidad de sumarse a proyectos de inversión público-privados; y la ausencia de una política que fomente la asunción de riesgo, la innovación y el espíritu empresarial.
Como decía, la Comisión Europea ya ha presentado su plan, que contempla la constitución del llamado Fondo Europeo para Inversiones Estratégicas. Este Fondo estará cofinanciado por la Comisión Europea y el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y contará con 21.000 millones de euros de capital en forma de garantías públicas que se espera sirvan de palanca para atraer un mínimo de 315.000 millones de euros de inversión privada.
La idea es que este montante se dedique a dar apoyo a la economía real, financiando proyectos clave de infraestructuras de transporte, de banda ancha, de energía, así como de educación e I+D. Además, también contribuirá a la financiación del riesgo de las pequeñas y medianas empresas que, particularmente en países como España, son las que más dificultades tienen en el acceso al crédito.
Asimismo, con este Plan de Inversión se busca dar prioridad a la eliminación de los enormes obstáculos que aún persisten en algunos ámbitos, como las telecomunicaciones, la energía, el transporte y los mercados de servicios y productos. La superación de estas barreras es una condición crucial para mejorar el entorno empresarial y favorecer la inversión privada.
Pensamos que este Plan supone un primer paso importante para reforzar la actividad de nuestras empresas. La utilización de una suma relativamente pequeña de fondos públicos para impulsar la inversión privada puede ser un incentivo en la buena dirección para asegurar la elección de proyectos viables que fomenten el crecimiento económico y la competitividad.
No obstante, su éxito dependerá de que se lleve efectivamente a la práctica y sea acompañado de nuevas políticas más ambiciosas que permitan lograr un mercado interior europeo sin impedimentos a la inversión privada. La UE necesita un marco regulatorio más simple y predecible, asegurar un gasto público más eficiente y favorecer opciones de financiación a largo plazo.
Desde CEOE, al igual que desde la organización empresarial europea BusinessEurope de la que formamos parte, damos la bienvenida a esta iniciativa de la Comisión Europea en la esperanza de que sirva para eliminar las barreras que detectamos a la inversión, facilitando a las empresas europeas su desarrollo, lo que se plasmará en una mayor actividad económica y en una muy deseada e imprescindible creación de empleo.
FUENTE: El Mundo