Antón Valero, Presidente de FEIQUE
Si algo define a la industria química española es su heterogeneidad, al ser generadora de miles de productos diferenciados que se encuentran a lo largo de la cadena de valor de casi todos los sectores industriales y en los propios mercados de consumo. No en vano, la industria química es uno de los sectores más dinámicos y productivos de la industria española en su conjunto, que ha sabido encontrar en su capacidad de adaptación, focalizada en su esfuerzo innovador, la clave para seguir siendo competitiva, superando notablemente los efectos de ciclos económicos muy adversos.
No hay duda de que el futuro del sector se encuentra en su capacidad innovadora y que su actividad productiva estará orientada, por tanto, a ofrecer soluciones que hoy demanda la sociedad, particularmente vinculadas a la sostenibilidad, y que pasan por la minimización del impacto ambiental, el aprovechamiento de los recursos sostenibles, la reutilización y valorización de residuos etc… conceptos todos ellos que se encuentran en la base de la Economía Circular.
La industria química, con una clara apuesta por un modelo de economía circular, ha desarrollado en los últimos años nuevos proyectos y tecnologías que han mejorado significativamente la eficiencia de los recursos y reducido la cantidad de residuos producidos en las cadenas de valor de los sectores de mayor peso en nuestra economía. Pero es relevante también que la transición de una economía lineal a un modelo circular se haga de manera progresiva e inteligente, permitiendo a las empresas transformarse y adaptarse de manera eficiente.
Creo sinceramente que la mayor parte de las contribuciones que permiten avanzar hacia un mundo cada vez más sostenible están viniendo y vendrán en el futuro, de la Química contribuyendo a avanzar en el complejo reto que supone la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible fijados por las Naciones Unidas en su Agenda de Sostenibilidad 2030.
Y es que la industria química contribuye ya al desarrollo de una economía circular de muchas maneras. Además de que es esencial para desarrollar los avances que permitan cubrir las necesidades básicas de los seres humanos, como la salud, la alimentación, o el acceso a la energía y al agua potable, proporciona procesos productivos más eficientes para maximizar el uso de los recursos, incluyendo materias primas primarias y secundarias, agua y energía, materiales que permiten desarrollar productos más sostenibles en todo su ciclo de vida y permitiendo mejores oportunidades de recuperación. Además, la utilización de materias primas alternativas y renovables, como la biomasa o el CO2, que puede ser capturado y usado para producir materiales, productos químicos y combustibles, es otra forma de promover la economía circular optimizando los recursos.
La industria química está comprometida, además, a continuar invirtiendo y trabajando en favor de la sostenibilidad y de este nuevo modelo económico. Pero para favorecer la transición de nuestra economía hacia un verdadero modelo circular, es necesario trabajar también en la eliminación de barreras técnicas y legales que dificulten la inversión de las empresas en nuevas áreas y tecnologías emergentes, así como involucrar a todos los agentes de la cadena: empresas, administraciones y consumidores.
Para ello es fundamental que se establezcan medidas de apoyo que ayuden a garantizar su viabilidad financiera a largo plazo, ya sea mediante la simplificación y racionalización del marco legislativo existente, apoyando a las empresas en dichas inversiones en nuevas áreas prometedoras, o mediante programas específicos de investigación e innovación como Horizonte 2020.
No hay que perder de vista que la principal vía de mejora de la competitividad de la economía española pasa necesariamente por mejorar la transferencia tecnológica y de conocimiento al sistema con el fin de identificar nuevas oportunidades de mercado, lo que facilitará, sin duda, la transición hacia un modelo de economía circular. Por otra parte, la resolución de los principales retos sociales no puede abordarse desde un único sector, requiere soluciones innovadoras procedentes de distintos agentes de la cadena de valor, y en este punto cobra especial relevancia la colaboración público-privada.