Nos toca desenvolvernos en un mundo increíblemente hiperconectado y globalizado, con un entorno económico y social complejo sometido también a múltiples desafíos y en el que el impacto de nuestras acciones, ya sea como empresa o como ciudadano, puede ser medible y provocar grandes cambios por pequeños que estos nos parezcan. Por ello, es necesario trascender el plano económico, aunque éste sea indispensable, a través de la implementación de criterios de Responsabilidad Social Empresarial y Sostenibilidad, que, paralelamente, revierten cada vez más en el -legítimo- ámbito financiero puesto que la RSE se traduce finalmente en un factor de competitividad clave para la consolidación en los mercados. La sostenibilidad significa nuevas oportunidades de negocio y de crecimiento por lo que debe ser una prioridad también desde este enfoque.
La industria química está firmemente comprometida con la Agenda de la ONU para el Desarrollo Sostenible y su hoja de ruta para 2030. Se trata de un marco global muy ambicioso que requiere de una sólida apuesta por la innovación, un reto sin precedentes en el que este sector tiene mucho que decir ya que contribuye a través de sus productos, aplicaciones y tecnologías innovadoras a ofrecer soluciones globales y sostenibles a un amplio abanico de retos y demandas sociales. Demandas relacionadas con la energía y el cambio climático, el agua y la alimentación, el crecimiento demográfico y la salud, o el mantenimiento de recursos naturales y la protección del medio ambiente.
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible han proporcionado, sin duda, un marco de acción que nos ha impulsado como sector a definir nuestras prioridades. Pero desde el sector químico, llevamos 25 años trabajando en esta senda de compromiso con la sostenibilidad a través del programa voluntario e internacional Responsible Care que nos ha permitido mejorar en el desempeño de nuestra actividad productiva a todos los niveles. Una iniciativa que en estos 25 años de implantación en España ha sabido evolucionar y adaptarse a los tiempos configurándose hoy el programa de RSE y sostenibilidad específico del sector químico.
Aunque la RSE debe visualizarse desde diversos focos de acción, todos ellos incuestionables, quiero destacar una de las principales fortalezas del sector, que es la generación de empleo digno. Éste es uno de los principales compromisos de RSE que una empresa puede adquirir con la sociedad. La calidad del empleo además está vinculada a la estabilidad, los salarios y la formación continua. Con una tasa de contratación indefinida del 94% y un salario medio por trabajador superior a los 38.000 euros, el sector químico genera más de 600.000 empleos directos, indirectos e inducidos en nuestro país, registrando un crecimiento del 8% en el último año.
De esta forma, la industria química es uno de los sectores que en mayor medida contribuyen a generar una economía sólida y solvente, tanto por su contribución directa al empleo como a la economía española. Y eso, no lo olvidemos, también es Responsabilidad Social. Las más de 3.000 empresas que integran el sector generan una cifra de negocios superior a los 63.000 millones de euros anuales, y el 13,4% del PIB industrial.
Asimismo, el sector químico actúa como dinamizador económico de otros sectores ya que a su alrededor se genera un sólido tejido de empresas auxiliares y una importante demanda de servicios avanzados de investigación, innovación, tecnología e ingeniería. De hecho, somos el primer inversor industrial en I+D+i al acumular el 25% de las inversiones industriales que se dedican a esta área.
Y precisamente es gracias a nuestra enorme capacidad innovadora, que, una parte muy relevante de nuestra Responsabilidad Social Empresarial, la ejercemos con nuestra implicación directa en el impulso y creación de soluciones sostenibles que hoy demanda la sociedad. Soluciones que pasan por la minimización del impacto ambiental, el aprovechamiento de los recursos sostenibles, la reutilización y la valorización de residuos.
De esta forma, el sector químico lleva tiempo focalizando sus esfuerzos en combatir el cambio climático apostando por un modelo productivo circular y bajo en carbono, en línea con las directrices de la Unión Europea. Así, en los últimos años ha desarrollado nuevos proyectos y tecnologías que han mejorado significativamente la eficiencia de los recursos y reducido la cantidad de residuos producidos en las cadenas de valor de los sectores de mayor peso en nuestra economía. Y quizás aquí está nuestra aportación más relevante y socialmente responsable, y es que este sector proporciona soluciones innovadoras a otras industrias ayudándolas a reducir su huella de carbono a través de sus productos, materiales y procesos de producción que promueven el uso eficiente de los recursos y la reutilización de materiales a lo largo de la cadena de valor.
Pero de la misma forma, es importante que la transición de una economía lineal a un modelo circular se haga de manera progresiva e inteligente, permitiendo a las empresas transformarse y adaptarse de manera ágil pero también competitiva.
Para concluir, creo sinceramente que la mayor parte de las contribuciones que permitirán avanzar hacia un mundo cada vez más sostenible están viniendo y vendrán en el futuro de la mano de la Química en colaboración con otros sectores industriales.
Nuestras empresas están abocadas a conectar con las prioridades globales y responder a las demandas sociales, si queremos tener un futuro competitivo creando valor real.