El pasado 31 de mayo, el Presidente del Gobierno, en la clausura de la Jornadas de Reflexión sobre la Industria, exponía su interés en promover el Pacto de Estado que amparara el desarrollo de una política industrial efectiva y orientada a incrementar su competitividad y su peso en la economía. Ya en abril, el Ministro de Guindos había manifestado esta propuesta en Sede Parlamentaria, y la Secretaría General de Industria lleva seis meses trabajando en el desarrollo de un Marco Estratégico Industrial completo en el que el Pacto de Estado actuaría como soporte.
En su intervención, el Presidente del Gobierno apuntó a dos elementos fundamentales para la industria española en los que el Gobierno debe poner especial énfasis: la digitalización y la energía, así como al desarrollo de agendas específicas de los sectores industriales de relevancia como la industria química. Estas agendas, que ya se están elaborando por las asociaciones empresariales en colaboración con la propia Secretaría General de Industria, definirán las medidas concretas que precisa cada sector con independencia de los aspectos generales que afectan globalmente a la competitividad industrial.
En el caso de la energía, y ante la evidencia de que su precio es actualmente el mayor lastre competitivo que soporta la industria respecto a los países de nuestro entorno, el Presidente del Gobierno identificó cinco aspectos clave de la estrategia a seguir. En primer lugar, garantizar la reducción paulatina de los costes de un sistema eléctrico que hoy asume errores del pasado en relación al déficit de tarifa y a la sobrerretribución de tecnologías renovables inmaduras y -en aquellos momentos- poco eficientes.
En segundo lugar señaló que las decisiones sobre las fuentes de generación eléctrica deben abordarse de forma responsable y razonable, contando con todas las tecnologías disponibles y asegurando que el acceso a la energía se haga a precios competitivos. Por último, subrayó tres elementos no menos importantes: el compromiso del Gobierno para fortalecer los incentivos a los proyectos de mejora de la eficiencia energética en la industria, el impulso de las interconexiones energéticas con el mercado europeo de la energía y, por último, la partida introducida en los nuevos Presupuestos Generales para compensar a las empresas electro-intensivas por los costes que asumen en su factura eléctrica para subvencionar las energías renovables (en línea con las ayudas que otros países de la UE -Alemania y Francia fundamentalmente- tienen establecidas).
Más allá de si los elementos analizados por el Presidente son los más relevantes -y todos los relatados lo son- lo fundamental es el acierto en el diagnóstico de que el precio de la energía es nuestro mayor déficit competitivo y, por tanto, debe ser el principal factor a abordar en el diseño de la política industrial en España.