La Industria Química continúa consolidándose como uno de los sectores industriales más dinámicos en la generación de empleo estable y de calidad. Durante los nueve primeros meses del año se ha registrado una media de 193.000 asalariados, un 7,5% más que en 2016, según refleja la Encuesta de Población Activa recientemente publicada. En concreto, en el tercer trimestre se elevó el máximo histórico de empleo hasta los 199.700, siguiendo así la senda de progresión iniciada en el primer trimestre y superando el máximo histórico de 194.100 empleos directos con los que la industria química cerró el ejercicio previo al inicio de la crisis, en 2007. Este dato, además de mostrar la consolidación en la recuperación del empleo -paralela a la recuperación de las cifras de producción y cifra de negocios ya experimentadas desde 2014- supone además un importante crecimiento de otras actividades económicas que el sector impulsa, estimándose una generación simultánea de 435.000 empleos directos e indirectos.
Más allá de la perspectiva meramente cuantitativa, y probablemente de mayor importancia, el sector está comprometido en la generación de empleos de calidad, una de las asignaturas pendientes que España debe afrontar para superar los estragos originados por la profunda crisis económica experimentada a lo largo de la última década, y que pueden ser definidos por parámetros esenciales como la estabilidad laboral, el salario y la intensidad en la formación.
Así y a pesar de la alta precariedad laboral que todavía se registra en el conjunto de la economía, los contratos indefinidos en el sector químico suponen un 94% del total de contratos. Igualmente, el nivel de retribución ascienda ya a una media de 38.100€ anuales por trabajador -uno de las más elevados-. En este contexto, no se puede perder de vista que los salarios repercuten a su vez y de forma directa, en una mayor contribución fiscal por trabajador, ya que vía IRPF y cotizaciones se alcanzan cifras cercanas a los 20.000€ por empleado y año, cerrando así el circulo de una escalada de creación de valor y contribución a la economía española.
También merece la pena destacar la importancia vital de la formación, indispensable para desarrollar el talento y las capacidades de nuestros empleados, así como para mejorar la competitividad de las empresas. El pasado año, la inversión en formación superó los 220€ por empleado del sector químico y año, cifra 100€ superior a la media registrada por el conjunto de los sectores industriales.
El conjunto de estos datos, tanto del volumen total de empleo directo e indirecto generado como los referidos a su calidad, confieren al sector químico un carácter estratégico cuyo futuro crecimiento y desarrollo, permitirán hacer frente con mayores garantías a dos de los problemas más acuciantes que tiene que seguir afrontando nuestro país: el todavía elevado índice de paro, y la precariedad laboral.