Juan A. Labat, 30 de junio de 2016 – Es indudable que el Brexit está provocando una importante crisis política en el Reino Unido, que se antoja de largo recorrido y de difícil solución, pero no es menos cierto que en Europa se ha abierto una crisis institucional provocada no tanto por las consecuencias que para el conjunto de la Unión Europea puede suponer la salida del Reino Unido, sino por las causas que han motivado el rechazo de sus ciudadanos. El propio Consejo Europeo en su reciente reunión del 29 de junio ya ha señalado la necesidad de evaluar el porqué de una desafección generalizada al proyecto común, de hecho será el punto de debate fundamental en el Consejo de otoño en Bratislava, y deberían ser capaces de identificar alguna de las causas e intentar poner remedio, o quedará abonado el camino para los populistas y antieuropeístas declarados de los diferentes países de la Unión.
Curiosamente llama la atención que Angela Merkel haya apuntado ya una primera medida para mejorar Europa. En concreto, y cito las palabras transcritas por un medio de comunicación, “señaló la posibilidad de comenzar a relajar las reglas de competencia en sectores clave, de manera que los países pudieran subsidiar algunas actividades para salvaguardar el empleo”. La verdad es que no se me ocurre nada peor para el futuro de Europa. O al menos, nada peor para el futuro de España, Italia o cuantos países todavía dispongamos de economías frágiles y presupuestos públicos deficitarios. Aunque es cierto: sería magnífico para Alemania. No es difícil imaginar la hégira de las empresas industriales partiendo desde el Mediterráneo hacia la Tierra Prometida, el lugar donde no importa que tu empresa tenga pérdidas, porque el Estado te repondrá de ellas… ¿Pero no será mejor, señora Merkel, que la UE desarrolle políticas económicas que nos hagan más competitivos globalmente?
Uno de los grandes problemas de Europa es que está erradicando su economía productiva, y en ello tienen mucho que ver las políticas y asfixiantes regulaciones desarrolladas por la Comisión Europea –para la que los sectores industriales son sólo un vestigio impropio de economías avanzadas-, acompañada de la dejadez de los Gobiernos en la defensa del tejido industrial. Hemos pasado del liderazgo industrial del mundo a plantearnos la supervivencia a base de susidios, del liderazgo en innovación y desarrollo tecnológico garantizado por la presencia de esta misma industria, a financiar públicamente cualquier inversión en I+D+i porque si no nadie investigaría o innovaría en Europa, de ser la zona más avanzada del mundo, a la que más pierde cuando se contrae la economía global y menos crece cuando se expande. En fin, el problema de Europa, es que está dejando de ser Europa. Hemos convertido nuestro continente en un sistema burocratizado y asfixiante en el que se estigmatiza a las empresas productivas. Destruimos el empleo y la riqueza que proporciona la industria mientras pensamos que podemos salvarla con subsidios.
Juan Antonio LABAT
Director General