Desarrollo sostenible y competitividad son dos condiciones que deben ser compatibles e ir de la mano si queremos culminar con éxito la transición verde y digital en la que está inmersa Europa. Una transformación necesaria para la industria, y, en realidad, para cualquier empresa y sector que tenga ambición de futuro. Ha de contar con el impulso de la I+D+i y con precios asumibles de la electricidad que permitan sacar partido a todo su potencial.
El camino del planeta hacia la economía circular y baja y carbono requiere de la colaboración e implicación de diferentes actores, entre los que destaca la industria química. No nos cansamos de subrayar que nuestra contribución a los retos de nuestro tiempo pasa necesariamente por las tecnologías y productos que desarrollamos: no solo mejoramos de forma constante nuestros propios procesos, sino que habilitamos a la vez al resto de sectores productivos para avanzar todos en la ruta hacia la descarbonización. Estas tecnologías, que ciertamente se encuentran ahora en velocidades y grados de madurez muy diferentes, están sentando las bases de nuestro futuro a medio y largo plazo, trazando caminos prometedores hacia la reducción del uso de materias primas no renovables y de residuos.
Más allá de desarrollos tecnológicos con tanto potencial como la captura y uso de CO2 como materia prima, la fotosíntesis artificial o las tecnologías del reciclado químico, la industria química sienta las bases también para la transición energética con los Planes de Recuperación, Transformación y Resiliencia como gran herramienta de impulso.
Un buen ejemplo lo constituyen el hidrógeno verde como vector energético y los gases renovables, áreas en las que España es uno de los países líderes en número de proyectos de desarrollo. El avance dependerá de cuan rápido se llegue a la viabilidad económica de estas tecnologías. Las empresas químicas nos estamos ya implicando en proyectos de esta índole y las convocatorias del hidrógeno dentro del PERTE energético son un estímulo importante, como lo es el recientemente aprobado PERTE de Economía Circular.
Es difícil prever cuándo se completará el ciclo de sustitución de las energías de origen fósil por renovables, pero lo que es evidente es que el sector químico tendrá un papel protagonista. Ayudar en la descarbonización es solo una pequeña parte de nuestro potencial, pero nada de esto será viable, y mucho menos sostenible, si de manera urgente Europa no toma medidas para frenar el precio de la energía, que en estos momentos está hipotecando nuestro futuro industrial. Hace apenas unos días, los sectores industriales con alto consumo energético, ante la escasa reacción de Europa, pedíamos al Gobierno adoptar medidas urgentes para reformar el sistema marginalista de fijación de precios de la electricidad, desacoplando del mismo el precio de los combustibles fósiles. Al menos mientras dure la crisis de precios de la energía, que ha generado una emergencia industrial nunca vista y ha obligado ya a muchas industrias a paralizar sus producciones.
Sin medidas correctoras, en la industria nos enfrentamos a un futuro incierto, tanto más, cuanto más dure esta situación. Y un futuro industrial dudoso equivale a que esa transición energética que Europa abandera con el Green Deal se vea seriamente comprometida, y con ello, también el bienestar de nuestra sociedad y la salud del planeta.
Publicado en Diari de Tarragona 15/03/2022